miércoles, 20 de agosto de 2014

CAPITULO 8



Avena


Me acerco tratando de apagar el despertador. ¿Qué botón apaga esta maldita cosa? Finalmente pulso el botón de la derecha,silenciando la alarma, cuando siento un brazo duro, caliente alrededor de mi cintura y arrastrándome hacia atrás.

—Desearía que no tuvieras que ir a trabajar, nena. Me encanta sentir tu pequeño cuerpo caliente contra el mío.


Oh. Mi. Dios.  

—Tengo que prepararme para el trabajo Pedro. Yo no soy mi propio jefe como tú. Estoy bastante segura de que la junta escolar desaprobaría que no apareciese por el colegio —le digo, tratando de salir de su agarre. Dios, pero lo que yo no daría por hacer novillos y permanecer en esta cama cálida con él, todo el día.


- Ya lo sé, cariño. Sólo lo decía.  —Él juguetonamente golpea con fuerza en mi culo, cuando finalmente me libera de su agarre.


Cojo mi ropa para el día y me dirijo hacia el baño, cuando le oigo decir:
—¿Necesitas algo de ayuda para enjabonarte, nena? 

 
Me paralizo, esperando poder escaparme de esta situación. Si me ve en la ducha desnuda a plena luz del día, sin duda va a ver mis cicatrices. Eso no puede pasar.


—Um. Realmente tengo que prepararme para el trabajo Pedro, y estoy bastante segura de que si te unes a mí en la ducha, nos distraeríamos y llegaría tarde al trabajo.


Él sonríe y dice—: Probablemente.


—Definitivamente eso no va a suceder —replico. 

—Está bien, Paula. Ve a ducharte. Voy a desayunar.


Me ducho rápidamente y me visto. Casi he terminado de secarme el cabello cuando escucho un golpe en la puerta. Apagando del secador de cabello, pregunto—: ¿Sí?  


—Abre, nena. Te traje un poco de café. —Ay. Es tan dulce Pedro.  


Abro la puerta para encontrar a Pedro vistiendo sólo su bóxer y sosteniendo una taza de café hacia mí. Oh Dios, necesito mi dosis de Pedro esta mañana, no de cafeína. 


Cojo la taza de él y tomo un sorbo mientras sus ojos están puestos en mí.


—El desayuno está listo —me informa.  

—Está bien, sólo dame cinco minutos.  

Cinco minutos más tarde, entro en la cocina para ver a Pedro sentado en la mesa  comiendo algo de un tazón.  


—¿Qué demonios es eso? —le pregunto.


—Avena —responde. Arrugo mi nariz. Puaj, ¡siempre he odiado la avena!


—¿Qué clase de cabronazo, motorista come avena en el desayuno?  — le pregunto tomando asiento en la mesa.


—Bueno al parecer este motorista cabronazo lo hace —responde empujando mi plato hacia mí—. Cómetelo. Es bueno para ti.  

Eso es algo dulce. No me va a gustar. Tomo una cucharada y lo pongo en mi boca. Es muy sabroso.


—Umm, sabe mejor de lo que recuerdo.  

Me voy a la nevera a buscar un vaso de jugo de naranja. Cuando abro la puerta, veo que está completamente equipada.  


—De hecho, tienes comida en la nevera —digo, mirando a Pedro.  

—Bueno, ya que te vas a quedar conmigo una temporada, pensé que tendría que mantener ese cuerpo tuyo alimentado. Vas a necesitar toda la energía que puedas conseguir para estar a mi lado, nena —dice guiñándome un ojo. Me sonrojo mientras camino de regreso a la mesa con mi jugo y vuelvo a sentarme.


Después de nuestro sorprendentemente delicioso desayuno, Pedro me sigue de nuevo al trabajo. A medida que entramos en el estacionamiento y estacionamos, veo a Bruno salir de su camioneta. Cuando miro a Pedro, veo  
que ha notado a Bruno también. Oh-oh, esto no va a terminar bien.


Pedro va como una tormenta hacia él y le pone un dedo sobre el pecho.


Siseándole—: Si vuelves a tratar a Paula de forma jodidamente incorrecta,tendrás que responder ante mí. Deja la mierda lejos, ella no es tuya. Ella es mía. ¿Estoy siendo claro? 


 —Nadie la posee. Ella está en mí y yo estoy en ella.No hay nada que puedas hacer al respecto —se burla.
           
Disculpa. ¿Acaba de decir que estoy en él? ¿Puede ser más delirante?


—¿Quieres hacer una apuesta con eso? Sólo haz algo, cualquier cosa, para que pueda disfrutar de romperte esa cara de niño bonito tuya.


—Sí, lo haré realmente. La tendré en mi cama antes del final de la semana. ¿Qué vas a hacer al respecto? —pregunta desafiando a Pedro.


—En serio quieres hacerlo de esta jodida manera. ¡Ya la he tenido en mi cama, imbécil! —Pedro sisea y aprieta los dientes. Puedo ver los puños de sus manos a ambos costados. 

Bruno me mira con una mirada de desilusión y luego vuelve su atención sobre Pedro. Él abre la boca para decir algo, pero antes de que las cosas puedan  subir y ponerse más calientes, estoy entre los dos hombres y trato de separarlos.

—Está bien, muchachos. Basta. ¿Van a empezar a hacer pis en mí para marcar su territorio?  


—Sí, jodidamente voy a hacerlo —responde Pedro sonriéndome.  


—¿En serio? —pido, moviendo rápidamente la cabeza hacia él. Escucho un movimiento, me giro de nuevo alrededor y noto a Bruno escapándose hacia la escuela. Suspiro de alivio. Eso fue muy torpe y un poco espeluznante.


—Nena, hay algo acerca de ese tipo. Si te hace algo, házmelo saber. No confío en él. Si tengo que tirar de algunos machos, hombres alfa de mierda para asustarlo lejos de ti, entonces eso es lo que voy a hacer. Me preocupo por ti y nadie se va a meter contigo —dice mientras me acariciaba la mejilla con el dorso de la mano.


Él se preocupa por mí. Me preocupo por él. De hecho, estoy bastante segura de que me estoy enamorando de él. Da un poco de miedo teniendo en cuenta que en realidad sólo lo conozco desde hace dos días. ¿Cómo puede ser eso? Sólo hay una especie de tirón sobre mí, desde ese primer encuentro del año pasado.


—Me tengo que ir nena  —dice metiendo algunos cabellos sueltos detrás de mí oreja y besándome suavemente en la boca—. Nos vemos.


—Más tarde, Pedro —suspiro. Una vez más, veo subir su estupendo trasero en su motocicleta y sacarlo de la plaza de estacionamiento.
 
 
Unas horas más tarde, estoy en la cafetería a la hora del almuerzo, a punto de sentarme a comer mi sándwich, cuando mi móvil empieza a sonar en mi bolso un tono de llamada que nunca he oído antes. La canción Born to be Wild de Hinder blares. ¿Qué demonios? Lo cojo, miro en la pantalla y me río cuando veo, “Pedro llamando”. ¿Cuándo programo su número y el tono de llamada en mi teléfono?


Recojo y digo—: Oye, guapo.  


—Hola, preciosa.  


Pedro, ¿cómo es que está tu número programado en el teléfono? — pregunto.


—Lo programé la primera noche que te quedaste en mi casa. Lo hice mientras estabas durmiendo. —Él es un bastardo astuto, pero es un bastardo furtivo caliente.


—Así que ahora tienes mi número, por si alguna vez tienes que llamar —señala. Así que por eso él estaba conteniendo una sonrisa cuando le dije que no tenía su número.


—Gracias. Oh, me gusta tu tono de llamada —digo medio riendo.  

—Pensé que lo haría —dice riendo a cambio.  

—¿Por qué llamas, Pedro?    


—Ha surgido algo con Mayhem con lo que tengo que lidiar. No voy a ser capaz de verte hasta esta noche. Puse una llave para mi casa en tu llavero la otra noche, así que podrás entrar. No habrá nadie del Club siguiéndote después de tu trabajo, porque todos van a estar ocupados. Mantén un ojo en tu entorno y mantente a salvo. Si ves algo, y me refiero a cualquier cosa me llamas y luego llamas a la policía. ¿Entiendes? Asiento.  


—Paula, ¿entiendes? —Oh, sí, él no puede ver eso. ¡Obviamente!


—Sí, lo entiendo. ¿Puedo ir a mi apartamento y recoger unas cuantas cosas que me olvidé  la otra noche?  


—Claro, pero como he dicho, vigila y si algo parece fuera de lugar llámame.  


—Te llamare, lo haré.  


—Nena Adiós. Nos vemos más tarde,  esta noche.  


—Está bien Adiós, hasta luego. —Desconecto.


¿Qué está pasando con Mayhem, me pregunto? ¿Me lo contará si le pregunto? Dios, va a ser un día muy largo si tengo que esperar hasta esta noche para ver a Pedro de nuevo. Acabo de terminar de comer mi sándwich, cuando suena la campana que señala el final de la comida. Me dirijo de nuevo hacia mi clase para dar mis tres últimas materias del día.

1 comentario: