sábado, 23 de agosto de 2014

CAPITULO 14



Flores
 
Me despierto a la mañana siguiente con el brazo derecho de Pedro alrededor de mi cintura. Agarro su mano en la mía y giro el brazo para poder echar un vistazo más de cerca al tatuaje en el interior de su antebrazo. Está tatuado todo en letras minúsculas y dice, "lo más importante es saber caminar bien a través del fuego". Siendo profesora de literatura, sé que es el título de un libro de poesía de Charles Bukowski.


De alguna manera, no creo que Pedro lo consiguiera por su amor por la poesía. Obviamente, tiene algún tipo de significado de los eventos que rodearon el fuego de su casa desde el momento en que era un niño. Percibo un lento movimiento detrás de mí y luego Pedro está acariciando con su nariz detrás de mi oreja.


- Buenos días, cariño - susurra.  


- Buenos días, guapo - le contesto.


- ¿Cómo te sientes? - pregunta.


- Increíble. ¿Por qué? - Me vuelvo.


- Sólo me preguntaba si te lastimé demasiado.  


Mmmm. Mi dulce Pedro.  


- Nunca sentí algo así antes Pedro, fue hermoso.Gracias - digo.  


- Nena, no me des las gracias, tengo que agradecerte yo a ti, de nuevo.  


- Bien.... No hay de qué. - Me doy la vuelta, poniendo mis manos en su pecho y sintiendo los contornos de sus abdominales. Me encantan. Me apoyo y beso su pecho, deseando hacer más de lo que hicimos ayer por la noche, tal vez un poco diferente. Pedro se da la vuelta en la parte superior de mí, tomando mi boca en un febril, beso apasionado.


- Tienes que prepararte para el trabajo nena, o llegarás tarde - gruñe en mi oreja. Sé lo que significa ese gruñido sexy. Miro el reloj, con la esperanza de tener tiempo para algo antes del trabajo. Las siete y treinta de la mañana. Santos traseros golpeando .  


-¡Me quedé dormida!


- ¿Por qué no me despertaste? Voy a llegar tarde - le digo saltando de la cama y corriendo al baño. Tomo una rápida ducha y me preparo para el primer día de la semana. 


¿Quién no ama los lunes?
Son el peor día de mi vida. Corro a la cocina para tomar algo rápido de comer y veo que Pedro sostiene un plato lleno de comida para desayunar.


- Come esto - reclama.


- No tengo tiempo. Voy a llegar tarde - digo.


- No dejarás esta casa hasta que comas, Paula - dice con determinación en su rostro.


- ¿Puedo comer en el coche?-  le pregunto.


- Funciona para mí - está de acuerdo.


- Gracias, guapo - le digo tomando el plato en mis manos mientras me inclino y le beso.


Me alejo, pero soy detenida por el brazo de acero de Pedro alrededor de mi cintura.


- Eso no es un beso de despedida - dice. 

Oh Dios.

Me da la vuelta, haciendo que el plato serpenteé sobre la isla. Tomando mi cara en sus manos, pone su gran,carnosa, húmeda boca abierta dándome un beso, que me deja deseando más, mucho más.


- Eso está mejor - gruñe.


- Puedo llamar y decir que estoy enferma - le digo sabiendo que nunca lo haría. La única cosa que me encanta más que la enseñanza es Pedro.  


- Vete o llegarás tarde, nena.  


- Está bien.  


- Nos vemos después del trabajo, nena - dice mientras salgo por la puerta.
 
 

Mi día va maravilloso hasta ahora. En mi primera clase, discutimos el final de Romeo y Julieta. Los chicos pensaban que el final era extremo y que en la realidad eso nunca sucedería. Las chicas pensaban que era la cosa más romántica que nunca habían escuchado. Tuve que estar de acuerdo con las chicas, yo haría lo mismo por Pedro si alguna vez le sucedía a él. No podría continuar sin él. Tal vez esa era la diferencia. Que había encontrado a ése, y que haría cualquier cosa para estar con él, incluso renunciar a mi propia vida.


Durante mi segunda clase, terminamos el libro Matar a un Ruiseñor.
Pensé que sería bueno ver la película para comparar. Eso nos lleva a ahora.
Estoy entre las clases en un descanso de quince minutos, ordenando mi escritorio, cuando hay un golpe en la puerta. Miro por encima de mi hombro y veo un hermoso arreglo de rosas rojas, con una cabeza asomando alrededor de ellas, diciendo:  


- ¿Es usted la señorita Chaves?  


- Um... Sí - le digo estupefacta. ¿Quién me enviaría esas? Él se acerca y coloca las hermosas flores en mi escritorio y luego me da un portapapeles.


- ¿Puede firmar aquí, señorita? - Tomo la pluma que está sosteniendo hacia mí y firmo por las flores.


- Que tenga un buen día.  


- Gracias - le digo mientras se va.  

Admiro las rosas por un par de minutos y después, busco la tarjeta. Al abrir la tarjeta, leo: “Te amo”.


Oh. Mi. Dios.


¡Pedro me ama! Tengo que verle. Mierda, tengo que trabajar. Oh, iré a verlo a la hora del almuerzo. No puedo esperar para decirle que siento lo mismo. Saco mi teléfono para enviarle un texto.


Gracias.

Eso es todo lo que tengo oportunidad de escribir antes de que suene la campana y mis estudiantes comiencen a caminar a través de la puerta. Salto y pongo mi teléfono en el cajón de mi escritorio.


- Wow. ¡Srta. Chaves! Alguien tendrá suerte - dice Ashley caminando y haciendo que los otros chicos silben y aplaudan su estímulo.


- Muy bien, todo el mundo a sentarse y abrir los libros - les digo.


La hora avanza con dificultad por su lentitud, pero no sin algunas preguntas y comentarios sobre mí y Pedro y las hermosas flores que me envió. Cuando suena la campana para la hora del almuerzo, la clase guarda sus cosas y yo voy a la puerta, saco mi coche. No puedo esperar a llegar al bar y encontrar a Pedro para contarle que lo amo también.  


Entro delante del Wilde Ride y corro a la puerta, abriéndola ruidosamente. Veo a Pedro, tan pronto como entro y voy como una tormenta hacia él. Una vez que me ve, va alrededor de la barra con una expresión preocupada en su rostro. Cuando se acerca suficiente, corro y salto a sus
brazos. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y mis piernas alrededor de su cintura, mientras digo alto para que todos nos oigan.


- Yo también te amo, Pedro. Mucho. - Él tira hacia atrás.  


- ¿Qué? - pregunta.


- Gracias por las flores y te amo también. - Me doy cuenta de la confusión en su rostro. Ay Dios, ¿no fueron de él? - ¿Qué quieres decir Pedro? Las flores y la tarjeta, son tan hermosa - le digo.


- Nena, ¿qué flores? - pregunta.  

- Las rosas que me enviaste - declaro.


- ¿De qué estás hablando? - pregunta de nuevo, todavía viéndose confundido.


- Tú enviaste flores con una tarjeta que decía “te amo” a la escuela para mí. Bueno, pensé que eran de tu parte. - Me quedo en sus brazos y aparto la cara.


- Nena, sabes que yo no envío flores - me recuerda.


- Lo sé, pero pensé que después de anoche podrías haberlo hecho.


- No nena, como te dije, no envío flores.  


- Está bien - me aparto de él, para poder ir a revolcarme en mi estupidez.


- Nena, ¿quién envió las flores?  


- No lo sé. Es por eso que pensé que eran de tu parte. Decían te amo mucho ... - Dejo ese rastro en mi voz.

- ¿Estás malditamente bromeando?  


- No.

- Paula, como te dije antes. Yo. No. Envío. Flores. Así que no son de mi parte.  


- Um, tengo que volver al trabajo. Hablaré contigo más tarde Pedro - le digo, tratando con urgencia de irme. Puedo sentir la ira que irradia de su cuerpo.


- ¿Quién te las envió, Paula? Apuesto a que fue ese maldito Bruno. ¡Ese maldito idiota! - ruge .- Pensé que le había enseñado una lección, pero creo que necesita un poco de tutoría en esa lección.


- No. Pedro. No creo que haya sido él. No ha andado alrededor desde que le hiciste tu pequeña visita. Nadie lo ha visto. El nuevo sustituto está tomando temporalmente su lugar. Oí que algunos de los profesores dicen que su nombre era Marcos o algo así.


- Bueno, ¿quién más podría ser, entonces?  


- No lo sé, pero tengo que irme Pedro. Llegaré tarde.-Finalmente salgo de sus brazos y hago mi camino hacia la puerta.


- Tenemos que hablar de lo que dijiste, Paula. Cena en casa - exige.  

Llego a mi coche con lágrimas en mis ojos.


Él nunca me lo dijo también. Oh Dios, no siente lo mismo que yo. Sé que la tarjeta no era de él, pero pensé que después de que le dije lo que sentía tal vez él podría decírmelo porque él también lo sentía. Soy una idiota.


¿Por qué a un caliente, humeante motorista macarro como Pedro amaría a la ratoncita, miedosa, monstruosa como yo? Por supuesto que no me ama.


Me dirijo de nuevo a trabajar y poco a poco navego por el resto de mi día haciendo lo mínimo. Creo que mis chicos notan que algo pasa, ya que se mantienen muy callados, mirándome con preocupación en sus rostros.


Suena la campana y todos se apresuran fuera de la habitación para ir a casa por el día.


- Srta. Chaves, ¿estás bien? - me pregunta Ashley.


- Estoy bien, gracias por preguntar - le digo.


- ¿Está segura? Se ve muy triste. No debería verse así después de su hombre de trasero sexy le envió las flores - dice.


- Lo sé, pero me enteré de que nunca las envió. Estoy bien sin embargo, sólo cansada eso es todo.  


- ¿Quién se las envió? - pregunta.


- Um... no lo sé, pero no son de Pedro.  


- Bueno, no se ve muy impresionada. ¿Quiere que me deshaga de ellas por usted? - ofrece.


- Sí, por favor.  


- Está bien - dice tomando las flores y yendo en dirección a la puerta


- Espero que el día mejore Srta. Chaves. Nos vemos mañana.


- Hasta mañana, Ashley - digo exhalando con alivio de saber que las flores se han ido. Me vuelvo a mi escritorio para terminar de clasificar los documentos y pensar las cosas.


¡Dios! Qué estúpida fui, al pensar que alguien como Pedro podría amarme. Hice el mayor ridículo. ¿Quién hace eso? ¿Quién se encuentra con él en su bar y salta a sus brazos, diciéndole que lo amas? Soy tan cursi.


Actué como una de esas cabezas huecas de una película romántica. Me río de mí misma, preguntándome en qué mundo vivimos. Quiero decir, soy yo, Paula Chaves. No recibo ese tipo de cosas dulces. Llaman a la puerta.


-  Hola, Paula - dice Sandra, es una de las profesores de matemática de la secundaria.


- Oh, hola Sandra, ¿Cómo estás? - le pregunto.


-Estoy bien, ¿cómo estás tú? - regresa.


- Bien. Sólo estoy tratando de arreglar estos documentos - le respondo.


- Grandioso, ¿estás pensando en quedarte aquí toda la noche?  


- ¡Mierda! ¿Qué hora es? - le pregunto. Al mismo tiempo que escucho mi teléfono, que me dice que hay un mensaje de texto. Lo saco y hay un mensaje de Pedro.  


¿Ya vienes a casa? ¡La cena está lista!



¡Mierda! ¿Qué voy a hacer? Me siento como una maldita idiota. ¿Puedo hacer eso, ir a su casa y pretender que nunca dije eso y que él nunca me devolvió el sentimiento? 


No lo sé. Mierda.


- Son las cinco y media, ¿por qué?  


- Se me hace tarde. Me tengo que ir. Nos vemos mañana  le digo y como una tormenta la paso.


Miro mi teléfono, cuando zumba de nuevo con otro mensaje de Pedro.  


Nena ¿Dónde estás? ¡Iré a buscarte!


Mierda ahora tengo que devolverle el texto.  

Lo siento Pedro tengo algunas cosas que hacer. Nos veremos más tarde.  


Él responde de nuevo.


Si tu dulce trasero no está en mi casa en 20 minutos, iré y te recogeré y te traeré aquí. ¡Es tu elección G.I. Jane!


Bueno ahí va mi plan de evitar a Pedro.  

Bien te veré en 20.  

Ok.


Poco a poco me meto en mi coche y giro hacia la casa de Pedro, impulsado por el más lento movimiento. No estoy demasiado ansiosa de tener que “hablar”, donde me diga que no se siente de la misma manera que yo. Me quedo en su camino de entrada y apago el coche. Descanso mi
cabeza en el volante, cojo una respiración profunda.


Espero encontrar el coraje para hacer esto y acabar de una vez, para que podamos seguir adelante sobre esto y pretender que nunca sucedió.


Salgo del coche y camino a la parte delantera de la puerta. 


Llamo una vez y abro la puerta. Me quedo sin aliento por lo que veo. No puedo creer lo que veo. ¿Pedro hizo esto? Es hermoso. Hay un camino de ida por el pasillo, formado por dos hileras de velas encendidas a cada lado y de puerta a puerta en el suelo a su alrededor. Es como algo que puedes ver en una película.


Tal vez mi hombre puede hacer algo romántico después de todo.


Finalmente me muevo y empiezo a caminar en la dirección de la vela encendida.


- ¿Ryder? - llamo.


No hubo respuesta. ¿Dónde está? Sigo las velas encendidas que llevan al dormitorio.


La puerta está abierta una pequeña grieta, puedo escuchar la música que se detiene y que una nueva canción comienza. Empujo la puerta y ahí está él, de pie al lado de la cama con un solo lirio en sus manos y con velas votivas ardiendo en todas las superficies planas disponibles alrededor de la habitación. Estoy sin habla y no me muevo.

- Nena - dice con una sonrisa en su rostro.


La canción cambia y comienza a oírse “Tú y yo” de Lifehouse  una de mis canciones favoritas . Me quedo un poco más sorprendida por lo que está delante de mí. Pedro pone la flor en la cama y camina hacia mí. Toma mi mano, tirando de mí a su duro cuerpo.


- Nena, di algo - dice.


- Yo… no sé qué decir - tartamudeando con shock. Pedro se ríe.  


- ¿Te gusta?-  pregunta.


- Es hermoso Pedro. Gracias - le respondo.  


Él se inclina y toma mi boca con un suave beso, gentil. Pedro envuelve sus brazos alrededor de mi cuerpo y me levanta, acercándome a la cama.
Me pone suavemente hacia abajo y se sitúa en el extremo de la cama, sólo mirándome.


Pedro - me lamento.  


Le deseo tanto que mi cuerpo se pone tan excitado que puedo sentir el calor a través de todo mi cuerpo. Mis mejillas se ruborizan. Él toma mi camisa y pone una rodilla en la cama, inclinándose y agarrando mis caderas en sus manos.

Después, las pasa por mi cuerpo, llevándose mi camisa con ellas. Pedro tira de ella a lo largo de mi cabeza y mi camisa se va.


Estoy usando un sujetador de encaje de color rojo sangre, y una tanga a juego, deseando que los viera cuando me los puse esta mañana. Supongo que mi deseo se hizo realidad. Él pone su cara en mi pecho y da besos a lo largo de mi cuerpo, poniendo extra atención a mis cicatrices que atraviesan mi abdomen. Nuestra respiración se atora con emoción. Agarro la hebilla de su cinturón Harley, apresurándome a bajarlo, cuando toma mi mano.



- Hola ¿cuál es la prisa nena? - pregunta.


- Te deseo Pedro, de todas las formas posibles - le digo.  


- También te deseo, Paula. Y te tendré. Simplemente relájate y disfruta lo que te daré.


Oh guau. Me encanta el sexy Pedro.  

Toma mi mano y la coloca en sus labios, besándola. Después entrelaza nuestras manos juntas, las mueve por encima de mi cabeza y da senderos de besos a lo largo de mis brazos. Es seriamente bueno en toda la cosa de la seducción.


De repente Pedro se levanta y me mira. Coloca sus manos sobre mis pantalones y abre mi cremallera, mientras juega con sus dedos a lo largo de mi cintura. Poco a poco, desliza mi pantalón por mis piernas, dejándome con nada más que mi sujetador y bragas.


- Increíble - susurra.


- ¿Qué? - le pregunto. 

- Tú, eres increíble Paula. Nunca pensé que tendría algo como esto.


- Estoy aquí Pedro y no me iré a ningún lugar me comprometo.  


- No te voy a dejar - afirma .- Quítate el sujetador, nena - ordena.


- Um... - le digo mientras hago lo que me dice.


- Quítate las bragas también. - Eso va directamente a mi base.


Tomo mis bragas lentamente y sexy, o al menos esperaba que pareciera lento y sexy. Lo oigo gruñir, así que sé que le gusta lo que ve. Dos pueden jugar este juego.


Toma mi pierna derecha y hace senderos de besos desde mi tobillo a la parte superior de mi muslo, casi hasta mi sexo. Luego repite el mismo proceso en mi otra pierna. Pedro luego desliza su dedo a través de mis pliegues húmedos y dice:  Me encanta cuán lista estás para mí.  


Da un paso atrás y lentamente se desabrocha el cinturón, baja la cremallera de sus pantalones vaqueros y se los quita. Allí, de pie, lo único que puedo hacer es admirar la vista completa de su cuerpo gloriosamente desnudo.  


Me levanto y me arrodillo en la cama y empiezo a besar, a mordisquear y a chupar su pecho. Lo tomo en mi mano, cuando Pedro me empuja de nuevo a la cama. Coloco las manos alrededor de su cuello y mis piernas alrededor de su cuerpo. Con una de sus manos, lentamente llevando su
erección a mi sexo y él entra en mí con un empuje. Nuestras bocas se unen mientras, muy lentamente, me hace el amor.


- Me encanta la forma en que sientes, Paula - dice en mi boca. - Me encanta la forma en que sabes - susurra contra mis pechos y suavemente lame uno de mis pezones. - Me encanta la forma en que hueles - murmura en mi cuello,
inhalando detrás de mi oreja.- Me encanta la forma en que me miras cuando estoy dentro de ti - susurra contra mis labios al mismo tiempo que se va incrustando en mí.


Con sus palabras, no puedo explicar el sentimiento que me golpea.


Cada terminación nerviosa de mi cuerpo está lista para explotar en la forma en que me seduce con sus palabras y acciones.


Me está llevando al borde con su lento empuje una y otra vez.


- Oh Pedro - me quejo. 

 
Pedro detiene lo que está haciendo y me ve a los ojos con tanta seriedad.


- Nena, después de la forma en que me miraste hoy pensando que esas flores eran mías, haría cualquier cosa, y quiero decir cualquier cosa para ver eso de nuevo. Así que aquí está mi versión de la persona que quiere poner esa mirada en tu cara. Nunca pensé que fuera esa clase de chico, pero quiero poner esa mirada en el rostro de la mujer que amo.  

Me pongo rígida.  


- ¿Qué? - le pregunto.


- Yo, nena te amo - dice. 

No puedo detener la súbita oleada de lágrimas que empiezan a caer por mis mejillas. Es demasiado, tanto. Nunca pensé que alguna vez tendría algo tan especial y aquí estoy con un hombre que realmente me ama y a quien no le importa demostrarlo. Pedro se empuja muy dentro de mí.


-¿Estás llorando bien o mal? - me pregunta calmándose a sí mismo dentro de mí y mira hacia mí. Estoy tan abrumada, no puedo responderle.- Di algo, nena - dice viéndose seguro.


- Yo también te amo, Pedro - le regreso jadeando mientras comienza su empuje con tortuosa lentitud y gira en mi hueso pélvico de nuevo. Estoy muy muy cerca.


- Dilo otra vez, nena - exige.


- Te amo, guapo - jadeo.


- Una vez más.


-Te amo y…  Oh Dios! - grito mientras mi clímax me encuentra. Pedro quita su boca de la mía y gruñe su propia liberación.


Siento la liberación de líquido caliente en mi interior, lo que pone de manifiesto otro pequeño orgasmo.


- Yo, nena te amo - susurra acariciando mi cuello.


- Um... - es todo lo que puedo murmurar.  

Las siguientes palabras gruñidas en mi oído, envían otra oleada de humedad entre mis piernas.


- Tan hermosa como fue, querida, la siguiente vez que te folle tan fuerte, dejarás de respirar y luego comenzarás a gritar mi nombre. Será tan malditamente caliente. - El sexy Pedro hace otra aparición.


- ¿Me lo prometes?  


- Es una maldita garantía, dulzura.


Mi única respuesta es morderme mi labio inferior. Espero la siguiente vez.


Ummm, como siempre.


Pedro me tira encima de él, arrastrando la cubierta de regreso y nos rueda a nuestro lado y luego nos cubre con el edredón. Nos quedamos allí desnudos, la mitad de mi cuerpo está en su pecho y mis piernas enredados en su cuerpo. Abrazándome con fuerza, traza los patrones en mi espalda y dice:  


- Duérmete nena. Te amo.


- Um... - es todo lo que puedo decir antes de que el sueño tome mi cuerpo saciado y cualquier pensamiento de las flores sea olvidado.