miércoles, 27 de agosto de 2014

CAPITULO 21



Fiesta en el Wilde Ride

 
Es la última noche de Pato aquí en Del Mar y Pedro decidió cerrar el bar para lanzar una fiesta privada para nosotros y Mayhem.  


Creo que es una idea perfecta.


- ¡Esa es una idea impresionante Pedro! ¿Qué piensas, Pato? - pregunto.


- Fiesta, nena - dice ella.


- Está bien, señoras, voy a informar al club y dejarte para que te prepares. Diesel o yo volveremos más tarde a recogerte - dice él,acercándose a besarme.


- Suena bien, guapo - le digo, apoyándome en las puntas de mis pies para besarle de regreso.


- Oye, ¿por qué no nos vamos a comprar otro vestido nuevo?  - pregunta Pato.


- Mmm, probablemente no debería - le digo mirando hacia otro lado.


- Oh, vamos - se queja Pato.


- En realidad no debería. Necesito ahorrar un poco de dinero.


- Ten nena, compra lo que quieras. Nada demasiado sexy, sin embargo, no quiero tener que tomarte en el bar - dice él, mientras pone un par de billetes en el bolsillo de mi pantalón vaquero.


Pedro, no puedo - le digo metiendo la mano en mi bolsillo para devolverle el dinero.


- Puedes - susurra en mi oído .- Compra algo para cuando lleguemos a casa, también. - Eso hace estremecer todo mi cuerpo.


- Me gusta eso - le digo.  


- ¡A mí también! ¿Puedo participar? - bromea Pato.



- ¿Qué pasa con Diesel? - Me río y le hago un guiño a ella.

- No es una mala idea, Paula. Ya lo creo, él me enseñó un par de cosas que no voy a olvidar - dice, con una sonrisa traviesa.


- Das asco. No quiero saberlo. Bueno, vamos de compras - le digo .  


-Gracias guapo - le digo a Pedro.  


- Cuando quieras nena. Te daría cualquier cosa y me refiero a cualquier cosa, Paula- afirma mientras su mirada se clava en mis ojos.


- Está bien. - No sé qué más decir cuando me dice cosas como esa.


- Llámame cuando estés lista. Voy a tener a uno de los chicos acompañándote - afirma.


- Bien - digo mientras Pedro pasa por la puerta con su sonrisa sexy.


- Está bien, ¿a dónde quieres ir, señorita Paula? - pregunta Pato.  

- Bueno, podríamos ir a esta increíble tienda en el centro comercial que vende vestidos sexy y luego podemos ir a una pequeña tienda de sexo travieso. Quiero recoger algo para más adelante esta noche - le digo. El calor se precipita a través de mí con el pensamiento de Pedro viéndome en algo sexy y sabiendo que estaría pensando en qué hacerme.
 
 
Regresamos a la casa y Pato va a meterse en la ducha así podemos empezar a prepararnos para esta noche. Mi teléfono empieza a sonar en mi bolso. Corro para agarrarlo antes de que vaya al correo de voz.


- ¿Hola?


- Eres mía - dice alguien en una voz ronca.  

- ¿Hola? ¿Quién es? ¿Qué quieres? - pregunto temblando.

- ¡TÚ ERES MÍA! - grita él.


- Bruno, ya te dije, soy de Pedro. ¿Por qué no puedes solo dejarme en paz? - Pido en una voz temblorosa, tratando de sonar valiente, pero fallando. Sé que tiene que ser Bruno. ¿Por qué este tipo no puede darse cuenta del hecho de que no quiero tener nada que ver con él? .- ¿Por qué no solo vas y me dejas en paz?


Pato me arrebata el teléfono y lo pone en su oído.  

- ¿Quién es? - exige Pato.


Ella quita el teléfono de su oreja, viendo hacia mi temerosa expresión facial.


- Colgaron. Voy a llamar a Pedro - me informa, pero apenas la oigo. El miedo está consumiéndome. ¿Por qué Bruno está haciendo esto? ¿Por qué no me deja en paz?


Pedro - saluda ella . Soy Pato―Hay una pausa de silencio,luego : - Alguien acaba de llamar al teléfono de Paula y comenzó a decirle cosas. Creo que fue ese idiota de Bruno. - Otra pausa. - Paula realmente está asustada por lo que sea que le dijo, Pedro-Otra pausa más.- No lo sé, pero esto le espantó su buen momento. - Una pausa final. - Está bien. Te veo en un rato. - Cuelga . -Todo va a estar bien, Paula. Pedro estará aquí dentro de poco - me asegura.


- Estoy bien, de verdad... solo que me tomó por sorpresa. Eso es todo - le digo.


- Bien cariño. Vamos a tomar un trago o dos, a sacarnos algo de la tensión - sugiere Pato.


- Está bien.


Caminamos hasta la cocina conmigo estando a medio vestir. Pato va al armario a buscar el tequila. Tengo este sentimiento como que alguien nos está mirando. Es extraño.  
Tal vez estoy siendo paranoica. Dios, recibo una llamada telefónica y ahora, me estoy volviendo loca.


Si hay un lugar en el que sé que estoy a salvo, sería en nuestra casa.


Pato saca la botella y pone dos vasos de chupito en el mostrador, llenándolos al máximo.  

- Hasta el fondo, nena - dice con una sonrisa.  

Sabiendo que si seguimos haciendo esto, no tomará mucho tiempo para que esté borracha y tenga un buen momento. 


Oímos pasos en el porche del frente y salto con un sobresalto. Oh, Dios.


Alguien va a forzar la entrada. Oh, Dios.  

Tomando otro trago, Pedro pasa a través de la puerta.  


- Joder, Jesús, Paula, ¿estás bien? - pregunta él. 

- Sí, es sólo que me dio un susto. Estoy bien - digo tomando otro trago, diciéndole lo que pasó y lo que dijo. Me tira en un fuerte abrazo, poniendo mi cabeza en su pecho, sintiendo su corazón latir a mil por minuto.


- Puede que tú necesites uno de esos también, guapo - le digo, animándole a tomar un trago.


- Estoy de acuerdo. - Pone un beso en la parte superior de mi cabeza y Pato sirve otra ronda de tragos para nosotros tres.  

- Hasta el fondo damas - dice. 

Tomando el trago, siento el líquido candente correr por mi garganta y hacer que mi cuerpo hormiguee. Siento que voy a estar bien y necesito disfrutar de mi última noche con mi mejor amiga.


Sólo Dios sabe cuándo voy a llegar a verla de nuevo.  

Pedro acuna mi cara en sus manos y pregunta:
- Nena, ¿reconociste la voz en el teléfono? ¿Era Bruno?


- La voz resultaba familiar, pero no lo sé con seguridad. Quiero decir, ¿quién más podría ser, ¿verdad? - Miro a Pato luego de vuelta a Pedro, quiero olvidarme de todo lo que acaba de pasar y disfrutar de nuestra última noche.


- ¿Qué dijo él, Paula? - inquiere Pedro

 
- Oh, lo de siempre, ya sabes. Que soy suya y todas esas cosas - respondo. Al instante veo la tensión enrollarse en su cuerpo. No es bueno.  

Tengo que aliviar esta situación .- Bueno, déjame terminar de arreglarme antes de emborracharme demasiado - le digo cambiando de tema y girándome para ir a la habitación. Una mano fuerte se envuelve alrededor de mi brazo tirando de mi cuerpo de vuelta al suyo.


- Podemos quedarnos en casa si quieres. Le puedo decir a todo el mundo que surgió algo - ofrece él.


- No, quiero ir. No quiero vivir con miedo Pedro, no puedo - le digo.  

Estudiando mi cara, busca cualquier signo de que debe mantenerme en casa.  


- Está bien, nena, ustedes dos vayan a prepararse y luego saldremos - dice mientras Pato y yo vamos por el pasillo para prepararnos para salir. 

- ¡Mierda! - Oigo desde el salón. Corro para ver lo que está mal y Pedro está allí con su teléfono viéndose tan molesto como podría estarlo.


- ¿Qué pasa? - le pregunto.


- Nada nena, tengo que correr. Diesel va a llevarte al bar. ¿Estás de acuerdo?


- ¿Está todo bien?


- Sí, tengo algo de lo que ocuparme antes de ir al bar.


- Está bien, ten cuidado - le digo pensando lo peor. 

Envuelve sus brazos con fuerza alrededor de mi cuerpo, tirando de mí hacia él, tomando mi boca en un instante, la presión construyendo el beso que me deja con las rodillas débiles cuando se aleja.


- Te quiero nena - dice.


- Yo también te quiero.


Me deja ir y sale por la puerta en dirección a su moto, dejando su SUV para que Diesel nos lleve al Wilde Ride. Regreso a la habitación para poner los toques finales antes de salir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario