miércoles, 27 de agosto de 2014

CAPITULO 23



El cumpleaños de Ryder

 
A la mañana siguiente Pato pasea por la puerta principal con Diesel detrás de ella, ambos mirando muy satisfechas.   —Mira la sonrisa en tu cara —dice Pedro.   


—¿Quién yo? Pero, por supuesto. Tu amigo sabe que me hace mecer en mi cuerpo, ah y mi boca —responde Pato.  


—Bueno, basta de eso. No quiero saber qué Diesel puede rockear —le digo apoyándome en Pedro. No puedo dejar de pensar en la forma en que Pedro meció en mi boca y cuerpo anoche en el club, y después en su casa.  


—Oh, vamos, Paula. Somos todos adultos aquí —dice riendo.


—¿A qué hora tienes que irte? —pregunto cambiando de tema.  


—Mi vuelo es a las doce. Voy a buscar un taxi.


—No, te voy a llevar —dice una voz detrás de Diesel. Todos nos damos la vuelta para mirarlo—. Tal vez meceré tu boca en el camino —dice riendo. 

 
—¿Qué voy a obtener a cambio, sexy? —Pato le pregunta.  

—Oh, sabes lo que obtendrás. Has tenido un montón de ello todo el fin de semana —dice, guiñándole un ojo.


—Suficiente. No quiero oír más. Pato él te llevará, pero sugiero que te prepares pronto porque los sonidos de la misma, que va a tomar mucho más tiempo de lo normal para llegar allí —le digo, encogiéndome ante la idea de Pato y Diesel haciéndolo en el SUV.  


—Voy a estar lista en diez minutos, mejillas dulces —dice ella agarrando sus cosas mientras camina por él.  


Diez minutos más tarde, estamos en el camino de entrada para despedirnos de Pato.  


—Voy a echarte de menos —le digo en voz baja al oído.


—Yo también. Estaré de vuelta pronto. Me encanta estar aquí. Así que mucho entusiasmo y mucho que hacer —susurra de nuevo, mirando a Diesel.  

—Llámame cuando llegues allí —digo.   

—Lo haré.


Dándome otro abrazo, me dejé ir y miro las lágrimas que caen de sus ojos al igual que la mía. No quiero que mi mejor amiga se vaya, pero tiene su propia vida.
Pedro me tira para su lado envolviendo sus brazos alrededor de mí y besando mi frente.


—Bueno, Pato, puedo decir que fue un placer conocerte.  

—Tú también macizo. —Dándole un abrazo y un beso y un último apretón de su culo.  


—Estoy seguro de que vas a perder ese buen culo tuyo —dice ella llegando al SUV.  



Oh, mi Pato nunca va a cambiar, gracias a Dios. Me encanta esa chica.  


Pedro y yo saludamos nuestro adiós y entramos a la casa.  


—¿Qué quieres hacer hoy, nena? —me pregunta.  


—¿Qué tal un día de cine? Donde pasamos todo el día en la cama sin ver ninguna película, pero explorando el cuerpo del otro —respondo quitándome mi top mientras caminaba al dormitorio. Y pasamos el resto del día en la cama. Solo salimos de la cama para comer e ir al baño.  


¡Fue increíble!


La noche siguiente, Pedro va al bar un par de horas así que decido tomar mi eReader y pongo la cabeza hacia el sofá para empezar a leer mi más reciente novela romántica. Mi teléfono celular vibra, me advierte de que he recibido un mensaje de Pedro.  


-Nena, olvidé la billetera. Te envío a uno de los chicos para conseguirla. ¿Puedes buscarla para dársela? El armario en el dormitorio. Gracias


Al instante le respondo.  

No hay problema.  


Me dirijo a la habitación para obtener la cartera de Pedro. Cuando veo la cartera de cuero negro, soy curiosa y tengo que espiar. Al abrirla, saco el carné de conducir. ¡Mierda! Licencia con fotografía incluso de conducir parece caliente.  

Mirando de cerca, me di cuenta de que hoy es su vigésimo séptimo cumpleaños. Ese pedazo de mierda ni siquiera me lo ha dicho. Hmmmmm.


Al instante pienso en como sorprenderle. Voy a dar al cumpleañero su regalito.


Mi cabello se ve muy bien, así que lo cepillé un poco para darle un poco de volumen. Maquillo mis ojos ahumados, usando brillante, gris sombra de ojos y pinto mis labios en un tono oscuro de rojo. Me veo como una maldita gatita sexy. Es increíble cómo el amor de Pedro ha cambiado toda mi visión de mi cuerpo. Nunca me he sentido más sexy y ahora realmente me siento segura de usar ropa más reveladora.


Me puse un gris carbón puro, de encaje sujetador con un par a juego de ropa interior de estilo bikini. Me deslizo en un par de color rojo oscuro, escojo los zapatos que son del mismo color que mi barra de labios. Luego,para completar el conjunto, me puse el abrigo negro. El dobladillo de la capa golpea justo por encima de la rodilla. Me siento muy traviesa vestida sólo con el sujetador y las bragas debajo de mi abrigo, pero estoy segura de que Pedro me lo agradecerá.


Cuando Gunner llama a la puerta, le digo que hay un cambio de planes y que se lo voy a dar personalmente. Él me mira de arriba abajo, y me da una sonrisa de complicidad. Me sonrojo y camino junto a él hacia el SUV.  
Quiero ahora más que nada lo que quería antes. Me pavoneo en el Wilde Ride, trabajando mi gabardina.  


—¿Dónde está Pedro? —pido a Dex, que actualmente está trabajando detrás de la barra.


—Está en la oficina, sólo tienes que ir en la derecha —responde. Sus ojos me miran de pies a cabeza, también—. Guapa —dice sonriendo.  


—Gracias —respondo ruborizándome de nuevo.   

Cuando entro en la oficina, que está por ningún lado. Me siento bastante molesta pensando que ahí va mi plan de seducción.  


—¿Qué demonios?

Entonces oigo encender el agua en el baño de la oficina. Me acerco, abro la puerta y en mi mejor, bochornoso sonando Marilyn Monroe impresión, empiezo a cantar “Feliz cumpleaños señor Presidente”. Pedro se da la vuelta y me mira asombrado.  


—¿No vas a venir aquí y abrir tu regalo de cumpleaños? —le pregunto, cuando me muerdo el labio inferior y tiro de los extremos de la cinta en mi trinchera.


Pedro prácticamente corre hacia mí. Desata el cinturón en mi gabardina y tira de ella aparte.  


—Jodeme —se queja mientras sus ojos rastrillan mi cuerpo con sorpresa y puro deseo para mí.  
Me elimina por completo el abrigo y lo deja caer al suelo cerca de mis pies.  


—Oh, lo planeo —ronroneo.


Alcanzo su cinturón Harley y trabajo en conseguirlo fuera de él tan pronto como sea posible. Cuando finalmente consigo su pantalón deshecho, los arranco hacia abajo y veo sólo su carne caliente. Arrodillada en el suelo, tomo su larga erección firme en mi mano y lo lamo desde la base hasta la punta.  


—¡Oh Dios, Paula! —se queja.


Tomo su polla y la pongo en mi boca, comenzando el proceso de entrada y salida con una amplia cantidad de succión. Tiene sus dedos entrelazados en mi cabello, que me sostienen mientras bombea en mi boca. Cuando está
haciendo esto, puedo sentir la humedad en mi ropa interior. 

Lo siguiente que sé, me está tomando el pelo a mis pies. Luego, sus manos están alrededor de mi cintura y me alza hacia el mostrador del baño.  

Pedro desliza ambas manos hasta mis pechos por encima de la copa de mi sujetador, mientras que amasa una y tira el otro pezón con el pulgar y el dedo. Me va a enviar por el borde al igual que esto. Deshace el clip en la parte delantera de mi sujetador, dejando al descubierto mis pechos, y les permite colgar libremente en sus manos. Me besa en el cuello y la clavícula y luego se desliza hacia abajo a mis pezones chupando uno y mordiendo con sus dientes.


—Tú eres una sexy puta descarada —dice contra mi cuello haciendo su camino hasta mi boca.  

En su prisa por reclamar mi cuerpo, Pedro rompe una vez más mi ropa interior. Lentamente arrastra sus manos hasta entre mis piernas y las desliza por mis pliegues húmedos.  


—Así mojada para mí.


Sus dedos mágicos remolinan mi clítoris y entra un dedo y lo bombea y pone mi boca con la suya.  


—Oh Pedro,  me voy a venir —jadeo.   


—Aún no bebe. Voy a tener un gusto en primer lugar —dice.


Esto ocurre tan rápido, un minuto me está besando y el siguiente me lame. Sacudiendo mi clítoris con la lengua y el bombeo de su dedo dentro y fuera, ajustándome afuera.No podía aguantar si mi vida dependiera de ello.


Exploto, y como poco a poco voy a venir abajo de mi orgasmo destrozando la tierra, toma mi boca con la suya.
En contra de mi boca, me dice:
—Paula, voy a tomarte rápido y duro, pero te vendrás conmigo otra vez.


—Oh Dios, sí —es todo lo que puedo decir, ya que comienza la conducción dentro y fuera de mí frenéticamente.


Puedo sentirlo crecer de nuevo y sé que va a ser increíble. Más sorprendente que la que acabo de tener, no hace ni cinco minutos. Quiero decir una cosa es segura: Pedro definitivamente sabe lo que está haciendo en ese departamento.  


—Ven Paula. Puedo sentirlo crecer. Ahora Nena —exige.
Cuando me dice esto, me envía sobre el borde con sus palabras. Luego, cuando me vengo abajo de mi orgasmo, sus dedos agarran  mi culo y lo conduce a sí mismo en un clímax que me aferro. Mientras lo hace, lo miro a los ojos y susurro contra sus labios:
—¡Feliz cumpleaños, cariño!


—Dios, eres tan jodidamente hermosa y que sorpresa me has dado. Y Paula, ese fue el mejor regalo de cumpleaños de mi vida —dice en un tono satisfecho, con una enorme sonrisa.   

Quedamos allí unos momentos más, simplemente disfrutando del sentimiento de unión y aferrándonos el uno al otro. Entonces me deja ir y dice—. Tienes que limpiarte y vestirte nena.


Me limpio, pero sólo pongo mi sujetador y las bragas debajo de mi abrigo. Pedro logró arrancarme otro par de mi ropa interior fuera, así que ahora estoy reducida a sólo usar un sostén debajo de mi abrigo. Creo que voy a tener que ir a casa y  conseguir algo de ropa.  


—Lo siento, te seguí a tu trabajo.


—No vuelvas a decir lo siento por hacer lo que acabas de hacer. Esa fue una de mis muchas fantasías contigo, hecho realidad.


Oh Dios, me encanta cuando sale Pedro sexy.  


—Tal vez vamos a tener que trabajar otros también.


—Oh te crees mejor nena. ¿Tienes hambre? 

—Sí, puedo comer, nosotros sólo tenemos un buen apetito, pero creo que voy a tener que conseguir algo de ropa primero, Nene. Estoy usando sólo un sostén debajo de mi capa, ¿recuerdas? 

 
—Tenías que recordarme, ¿no lo hiciste? —me dice.  

Agarra mi mano y me arrastra hacia fuera en el bar. Me lleva de vuelta a casa para vestirme, antes de que nos dirijamos al restaurante para la cena.  


Ah, y por fin recordé darle su billetera cuando nos sentamos a comer. Pedro se ríe de mí cuando le muestro, porque se olvidó completamente de su billetera también.

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