lunes, 25 de agosto de 2014

CAPITULO 17



La mascota del maestro

 
Ya han pasado tres días desde que Bruno me atacó en el callejón.


Fiel a su palabra, Pedro no me ha dejado sola. Si Pedro no estaba conmigo, tenía a uno de los miembros de Mayhem alrededor de mí.


Firmé un contrato de arrendamiento de seis meses en mi apartamento cuando me mudé a Del Mar, por lo que el propietario no me permitió abandonar el lugar. Pedro se mudó conmigo, aunque protesté. Estaba dándome cuenta rápidamente de que era inútil discutir con Pedro


Cuando tenía puesto su corazón en algo, no había nada que lo detuviera.


Ayer tuvo la posibilidad de mover todas “mis cosas”, como a él le gustaba llamarlo. Así que supongo que era oficial; Pedro y yo estábamos viviendo juntos.


Así que ahora estaba aquí, quedándome después de la escuela con un par de estudiantes castigados. Oí el familiar ruido de una moto llegando a la escuela. Caminé hacia la ventana y vi a Pedro en el estacionamiento. Eso era raro. Me dijo esta mañana que ya fuese Gunner o Alex estarían aquí por mí. Antes incluso de poder asimilar que Pedro estaba haciendo una visita imprevista, una de mis alumnas habló.


- Dios, Srta. Chaves, su novio está muy bien. - Sara, una de las chicas de mi último periodo de clase; lo observaba.


- Lleva en la ciudad solo cinco minutos y se las arreglas para embolsarse a un hombre que no sólo es el chico por el cual babearía la mayoría, sino también el líder de la pandilla de motoristas más sexy de la costa oeste. ¿Es usted millonaria? - Latisha, otra estudiante, comenta.


- Creo que eso es un poco exagerado - les digo. El mismo Pedro  me dijo que ellos eran de poca monta.  


- Lo que sea, Srta. Chaves. Él todavía está en una pandilla de motoristas y está M-U-Y-B-U-E-N-O - responde ella mirando a Sarah asentir.



- Está bien chicas, estoy segura de que no fueron castigadas sólo para comprobar a mi hombre, ¿verdad? - Lo pongo en duda, con una ligera diversión en mi voz. Ellas se ríen de mi respuesta. Si Pedro fuese diferente, estaría preocupada porque otras mujeres mostraran su interés en él.


Afortunadamente, era todo mío.


Después de unos quince minutos, el castigo acabó y dejé salir a las chicas.


Estaba haciendo una rápida preparación para la clase de mañana y mientras me encontraba de puntillas borrando la pizarra para la nueva lección sentí su aliento a lo largo de mi nuca.  

- No puedo decirte cuán jodidamente me enciendes en este momento,viéndote con la espalda arqueada y el culo hacia afuera, estirada a través de la pizarra de esa manera - Pedro gruñó.  


- Nunca me habías visitado en el trabajo antes, ¿qué te trae hoy por aquí? Sólo falta una hora más o menos y me hubiera detenido en el bar para verte en tu rutina de camarero sexy. Si no te conociera tan bien me habría dado cuenta que todo es una artimaña para obtener más sugerencias - bromeé.  

Pedro presionó su musculoso pecho contra mi espalda, empujándome hacia la pizarra. Meciendo lentamente sus caderas en la parte baja de mi espalda . 


- Mmmm.  

Al parecer, esa era la única respuesta que iba a salir de él en este momento.
Comenzó a arrastrar sus manos desde mis hombros, pasando por mis costados y hasta la parte delantera de mi abdomen. Mi cuerpo se estremeció, siguiendo la pista que acababa de trazar mientras trataba de anticipar por dónde iba a deslizarse sobre mi cuerpo a continuación.


- ¿Tu puerta tiene cerradura? - susurró Pedro .  


- No podemos hacer esto aquí, Pedro - declaro. Tratando de tomar cada gramo de fuerza para no darme la vuelta y saltar sobre él.


- ¿La puerta tiene cerradura? - dice de nuevo, esta vez más firme mientras mueve sus manos para que reposen en la cintura de mis pantalones.


- Oh, Dios - chillé. Esto es demasiado. No puedo luchar contra mi libido por más tiempo, no cuando el sexy Pedro ha venido a visitarme con toda su fuerza.


- Paula, o averiguamos si esta puerta tiene una cerradura o corremos el riesgo de que alguien venga y consiga algo de porno en vivo.


- Puerta. Cerradura. Persianas.- Eso era todo lo que podía decir porque este hombre sacaba el animal en mí.


- Puedes ser mi traviesa maestra de escuela, pero seré yo el que dará las lecciones - la voz de Pedro retumbaba. -Permanece presionada contra la pizarra Sra. Chaves.  


Podía sentir la humedad propagándose a pesar de mi ropa interior, sólo de pensar en lo que estaba a punto de hacerme. El año que pasé obsesionada esperando por este hombre había valido la pena. Oí el tintineo de la cerradura y el sonido de las persianas siendo cerradas. Mi núcleo se calentó aún más. ¿Era posible que eso sucediera? Toda mujer necesita su propio Pedro.  


Tengo la sensación del calor del cuerpo de Pedro en la espalda. Él está cerca, pero no lo suficientemente cerca.


- Te ves deliciosa - murmura antes de ascender por mi cuerpo.


Deja un rastro de besos por mi cuello expuesto, cada beso
arrastrándome a un frenesí. Sus manos se envuelven alrededor de mi cintura, burlándose juguetonamente en el primer botón de mis pantalones.


Poco a poco tira de mi camisa fuera de mis pantalones. Sus caderas se mecen en mi espalda baja mientras sus dedos están en los botones de mi camisa. Como si lo considera una pérdida de tiempo, se olvida de los botones y va a los confines debajo de mi camisa, sobre mi carne expuesta. Su toque me hace cosquillas en la piel y envía otra oleada de placer a mi sexo.


- ¿Te gusta lo que te estoy haciendo, nena?

- Hmmmm - Es todo lo que logro decir.


De pronto, mi atención se dirige a la parte posterior de la clase.


- ¿Oíste eso? - le susurro a Pedro

 
- Nena, eres la única en lo que estoy concentrado - responde.


- Juro que escuché algo.


- ¿Cuántos de los otros maestros suelen quedarse después del trabajo? - él pregunta.


- Ninguno - me río.


- Las persianas están abajo, la puerta está cerrada con llave. Incluso si alguien se está arrastrando por los alrededores, no verá mucho.


- Tienes razón, siento interrumpir.


Mis nervios se están calmando, pero se siente como si hubiera un par de ojos mirándome, a nosotros. Sin embargo, Pedro sabe cómo distraerme.  

- Supongo que tengo que mejorar mi juego si un poco de sonido te distrae. Prepárate para que sacuda tu mundo, nena - dice Pedro, mientras su mano se mueve al botón superior de mi pantalón, lo desabrocha y desliza su mano en mi ropa interior. Antes incluso de que pueda registrar el avance,ya está ahuecando mi coño


Por movimientos como esos, es que se me dificulta pensar estando con Pedro.   

- Estás tan mojada. Me encanta la forma en que siempre estás tan lista para mí - dice Pedro con voz ronca .- Lo quieres suave, pero yo quiero dártelo duro - añade, mientras con su dedo hace círculos sobre mi clítoris.  

Este hombre me va a volver loca. La combinación entre sus palabras y su mano me lleva al límite.


Estoy temblando en sus brazos con mucha fuerza cuando me susurra al oído:
- Sólo estamos empezando, Srta. Scott 


Muele contra mí su erección, frotándose contra mi culo. Puedo decir fácilmente que está igual de encendido que yo.

- Inclínate hacia delante - gruñe. No pierdo el tiempo al hacer lo que me ordena, colocando ambas manos contra la pizarra como soporte. Siento inmediatamente el agarre de Pedro a los lados de mis pantalones y como los desliza hacia abajo por mi trasero. Luego envuelve ambos lados de mi ropa interior alrededor de sus dedos y con un tirón rápido rasga el material.  

Su boca reemplaza mi ropa, burlándose con su lengua sobre mi piel recién descubierta. El hecho de que no puedo llegar a él me pone más caliente y mojada. Su lengua se sumerge en mi calor desde atrás.

- Oh, Jodeeeeeerrrrr - gimo.

Puedo sentirlo reír mientras continúa el dulce asalto de su lengua contra de mis pliegues húmedos. Estoy llegando a mi clímax cuando se detiene. En algún momento logró liberar su palpitante polla de los pantalones vaqueros.
Cómo iba a saberlo cuando me estoy perdiendo debido a sus habilidades orales, cuando se está presionando contra mí con su paquete abultado, ahora nada le impide llevarme a ese mismo momento, que es exactamente lo que hace.


Pedro se alista detrás de mí y entra muy rápido, con movimientos terriblemente placenteros, haciéndome jadear. Estoy lista para hacerlo duro. Me encanta hacerlo suave, pero ahora lo quiero duro. Mientras se mueve dentro de mí, con su brazo alrededor de mi cintura, serpentea un dedo hacia mi clítoris mientras que usa la otra mano para sujetarse a sí mismo contra la pizarra.  


- Buen Dios, mujer ¿Estás cerca? - gime, mientras continua moviendo su mano hacia abajo para presionar mi pezón derecho entre su dedo índice y el pulgar.  


La presión es demasiada y el clímax llega casi de inmediato, mi coño agarra su polla mientras me dejo llevar a través de las oleadas de intenso placer. Antes de que mi orgasmo me golpee con toda su fuerza, tengo que taparme la boca con una de mis manos para ahogar mi voz, mientras grito su nombre. Segundos más tarde, siento como Pedro me llena mientras lo envío sobre el mismo borde de dulce olvido al que él me envió.


Él ralentiza su bombeo y se aprieta encima de mí con fuerza mientras lo último de su corrida entra llenándome el bajo vientre con una cálida sensación de calma. Pedro se retira, enviando escalofríos por mi columna vertebral, con un recordatorio del deseo que se había hecho cargo de mí y me hizo abandonar todo pensamiento racional.


- ¿Qué pasa contigo? - le pregunto.


- ¿Mmmm? - Pedro responde.  


- Nunca en un millón de años me han hecho nada ni remotamente parecido a eso antes. Me refiero a realmente... ¿En el trabajo?


- Nena, eres mi traviesa maestra de escuela. Sabía que estabas escondida en alguna parte. Nunca has tenido a alguien lo suficientemente hombre como para llevarlo a cabo - dice mientras me da la vuelta y toma mi boca en la suya. 
Su lengua se burla de mi labio inferior hasta que la abro
para dejarle explorar.  


Es un beso intenso para poner fin a un encuentro intenso. 


Una vez hecho eso, nos empezamos a restablecer perezosamente.


- Tengo que salir de la ciudad por un tiempo - dice Pedro.  

- ¿Ahora? - exijo.   

- Algo ocurrió en el club, no lo puedo ignorar. Preferiría no tener que salir, pero nena, no tengo opción - dice con solemnidad.


- Bueno, no es justo. Sólo hemos vivido juntos durante un día y ya me estás dejando.- No pude evitar mantener el tono deprimido.


- Por mucho que me gustaría quedarme, tengo que irme - dice mientras se sube la cremallera de los pantalones. Una vez vestido, hace un balance de mi salón de clases. Para lo intensa que fue nuestra tórrida sesión, no está muy desordenado.


Quizá la próxima vez vamos a tener que limpiar la mesa de un solo golpe por la lujuriosa pasión, como en las películas. ¿Qué es lo que este pedazo de hombre caliente está haciendo conmigo?


A medida que escaneo la habitación me doy cuenta que la puerta del aula contigua estaba entreabierta. No creo que jamás la haya visto abierta.
Había sido bloqueada desde que empecé aquí. Me pregunto si tiene algo que ver con el sonido que oí antes.  


- Cariño, ya sé lo que estás pensando, pero estoy seguro de que no es nada - Pedro me consuela. 

 
- Lo sé. Simplemente no me puedo sacudir ese misterioso sentimiento.Perdón por arruinar la situación.


- Hola, si eso significa que sea varonil y te haga sentir segura, estoy a favor de cumplir con mis deberes de hombre de las cavernas.


Caminamos en silencio hacia mi vehículo. Realmente me gustaría que no se estuviera yendo, sobre todo, sin una fecha fija de retorno.


- Desearía que no te tuvieras que ir.


- No voy a mentir, no va a ser fácil para mí dejarte. Pero esta mierda es jodidamente seria, tengo que hacerlo. Cuando esté cerca, de camino a casa, te enviaré un mensaje y será mejor que estés en la cama, desnuda.
Ninguna otra cosa podría hacer que esto valga la pena.


Después de eso Pedro se inclina para poseer mi boca por unos conmovedores cinco minutos antes de que entre en el coche. Lo observo por el espejo retrovisor mientras me dirijo hacia el camino a nuestra casa. Él me sigue todo el camino antes de continuar su viaje.

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